Cambio y desapego

Llevo ya un rato buscando depto. nuevo. Encontré uno, por fin y espero que resulte. Es pequeñito, con dos piezas, cocina americana, una mini terraza y mucha, pero mucha luz. Es lindo y está cerca de un parque y tiene ascensor.

El cambio de casa inminente cada vez se va cargando más simbólicamente.

Hace cuatro años ya que llegué a este depto. con un nuevo proyecto de vida, que no funcó y lo vio terminar, para luego ser el testigo privilegiado del inicio de 'la' historia de mi vida.

Testigo de todos los ires y venires, de esos encuentros ansiosos, de esos revolcones de antología, de las risa, de los llantos, testigo de la concepción del Borja y refugio de estos casi siete meses de embarazo.

Miro sus muros y los veo marcados, escritos a fuego, con una intensidad que los hace vibrar y un cúmulo de recuerdos que se transformar en una seguidilla de diapositivas pasadas a tanta velocidad que se superponen y no se distingue lo que van mostrando.

Si, ya es la hora de empezar a escribir de nuevo en paredes limpias. Vaciar el carrete de la proyectora para comenzar a llenarlo con sensaciones e imágenes nuevas con nuevo protagonista.

En cierta forma, ya se necesita el nuevo escenario para el primer día del resto de mi vida.

Reconozco que me duele dejar este espacio, me duele dejar atrás lo vivido entre estas paredes, pero citando la frase célebre ya hace un tiempo acuñada, 'más vale el corte con dolor que el dolor sin corte', comienzo a juntar cajas para embalar mis cosas, compro pintura para borrar los muros y me armo de valor para desprenderme de los personajes secundarios que participaron en la etapa que cierro y que no me dejaron, al partir, ni un beso ni una flor.